La intención de esta entrada es cuestionarnos cómo llevamos nuestras relaciones laborales. Es curioso crecer profesionalmente escuchando que es necesario separar el trabajo de la vida personal. Y no es que no sea beneficioso, sino que es sumamente difícil hacerlo.
Hay muchas técnicas y estrategias para lograrlo; al menos, lograr separar ambas vidas lo suficiente. Pero algo que no se incluye a menudo es, ¿por qué no hacer personales las relaciones con tus compañeros de trabajo?
Quien tiene un hobby pasa gran tiempo con un grupo de personas reunido por una sola razón y objetivo. Si el hobby es jugar futbol, la única característica indispensable para reunir al equipo es que les guste el futbol. Tener gustos en común, edades similares, códigos morales, etcétera, pasan a segundo plano. Y de ahí salen copiosas amistades que sobrepasan el límite entre el hobby y la vida personal. Entonces, ¿por qué no suele suceder lo mismo en el ambiente laboral si le dedicamos mucho más tiempo de nuestras vidas?
Aquí entra un concepto de suma importancia: la cultura laboral de la empresa u organización en la que pasas más de ocho horas al día.
Un artículo del Harvard Business Review llamado “El poder de las amistades laborales”, cuestiona las políticas empresariales que obstaculizan las amistades dentro del área de trabajo. Se le cataloga “profesional” a alguien cuyas emociones no interfieren su profesión. ¿Por qué? De acuerdo al artículo, “Ignorar las amistades es ignorar la naturaleza humana.”
Diversos ejecutivos aseguran que los mejores activos de sus empresas son los empleados, pero tienden a dejar sus vidas personales en casa. ¿De qué aspecto humano están hablando, pues?
Tener vínculos de amistad con tu equipo de trabajo mejora la productividad, como ha sido comprobado por investigaciones de la Universidad de Pennsylvania y Minnesota. La razón se debe, de acuerdo a sus conclusiones, a que los amigos se comunican mejor, están más comprometidos y se incentivan mejor.
Históricamente, podemos ver un ejemplo al respecto. Los espartanos eran la proeza militar más temida en la Antigua Grecia, hasta que los Tebanos los derrotaron. Específicamente, el Batallón Sagrado Tebas que consistía de 150 parejas homosexuales. El hecho de poseer vínculos afectivos profundos entre los soldados creó una sinergia y simbiosis en el batallón que lo hizo imparable en la ejecución militar.
Claro, aquí no estamos hablando de relaciones amorosas en la oficina, pero el vínculo amoroso no está tan alejado de las amistades. Incluso, podríamos argumentar que es más importante y beneficioso para nosotros, pues, ¿cuántos amigos tenemos, y cuántas parejas tenemos?
Las amistades nos ayudan a pasar momentos felices. ¿Por qué no pasarlos en la oficina también? ¿Por qué negar la naturaleza humana?