Por – Alberto Pascal, Grupo Neoma, 2021
Conceptos básicos
Según la Real Academia de la Lengua Española la palabra Finitud refiere a lo finito, o aquello que tiene fin. Y si en el plano de lo humano se tuviera que poner en contexto, cabe algunas reflexiones de Martin Heidegger en torno a la existencia humana, su arrojo al plano del tiempo y cómo es que estas dimensiones de existencia, tiempo, espacio y devenir en el ser humano, son inseparables. Para Heidegger, en El ser y el tiempo. (2010). Fondo de Cultura Económica; su concepto del Dasein:
“Ser-ahí. La existencia humana, del ser en el mundo, ser uno mismo, es la conciencia que determina al ser a través de la continuidad en el tiempo y en el espacio, es la existencia de sí, es estar ahí”.
Parece entonces inseparable pensar que la existencia humana, es un continuo del tiempo, y más que ser en el tiempo, parecería siendo en aquel. Y es entonces que al pensar en dicho devenir humano, siendo, aparece la muerte con posibilidad de todo lo anterior. Porque la vida que inicia, sin duda termina, y ese fin, le pone al devenir una frontera inevitable. Y más que un fin, que de por sí lo es, se convierte en aquel final que da posibilidad a que el ser siendo, sea todo lo posible mientras no llegue dicho final.
Es entonces cuando Heidegger afirma su “Ser para la muerte”. Por ello es que la muerte, y no por si como experiencia de dejar de ser o existir, ni en la más tradicional idea de que el cuerpo y la biología terminen. Y mucho menos todo aquello que pasa tras esta muerte. Todo lo cual son materia de la finitud en este caso.
Es en ese sentido que la finitud, tal como la concibe Joan-Carles Mélich, en su tratado de Filosofía de la Finitud (2012). Herder; afirma que:
“Finitud es sinónimo de vida. Finitud no es la muerte, sino la vida” Y vivir es aprender a convivir con todo lo que acaba (finito), y no solo los que ya no están, sino lo que ya no es. Y mientras sea, lo que es, la vida tiene sentido. Aun y con todo de aquello que me pierda por rebasar los alcances o límites de mi realidad humana”.
Darse cuenta de todo lo anterior, eso, es Consciencia de Finitud. Es despertar esa clara percepción de lo temporal que es la vida. De lo fugaz que es la experiencia humana y sus acontecimientos. De lo limitado que son nuestras capacidades para aprehender todo lo que vivimos. Asimilar que todo es pasajero y que desde la perspectiva del ya no poder ser, todo lo que es, lo es mucho más y mejor.
La muerte para la vida. Consciencia de finitud hoy.
La muerte para la vida, el ser para la muerte o la vida que la muerte le concede a aquella, son perspectivas que no solo nos permiten ver con otra óptica a la muerte, sino a lo que esta le aporta como nueva vista a la vida. Tal como dice Greta Rivara (2003) en su libro El ser para la muerte, una ontología de la finitud:
“Y si la muerte es el fenómeno más radical para la vida, al negarla se niega también a la vida, esta vida, humana y finita”
Pareciera que hay pocas certezas en la vida, como por ejemplo que vivos, nos damos cuenta de que lo estamos; pero que desde al día de nuestro nacimiento la certeza de la muerte nos acompaña con total seguridad y paralelismo. El día que llegamos a la vida, nos acompaña la llegada de la muerte. Permanente, incierta y enigmática. Eso le da a esta una gran aportación de que nuestra Consciencia de Finitud, debiera ser permanente y actualizante. Uno nunca sabe ni la hora, ni el día, ni la forma. Estar consciente de esto, nos regala un mar de posibilidades.
John Izzo, en su investigación de Los 5 secretos que debes descubrir antes de morir. (2008) Publicado por editorial Urano; plantea, después de una investigación con cientos de personas acerca de qué aconsejarían a los vivos que tengan aún tiempo y posibilidades, hacer antes de que la muerte los alcance. Concluyendo en 5 reflexiones concretas y prácticas:
“Sé coherente contigo mismo. No tengas nada de lo que arrepentirte. Sé amor. Vive el momento. Da más de lo que recibes”.
Por su parte, Bronnie Ware dedicó más de 20 años al acompañamiento de gente en fases terminales y concluyo sus 5 grandes reflexiones en su libro: De qué te arrepentirás antes de morir (2013) Publicado por Grijalbo.
“Ojalá hubiese tenido el valor de vivir una vida más acorde con mi forma de ser, no la de otros. Ojalá no hubiese trabajado tanto. Ojalá hubiese tenido el valor de expresar mis sentimientos. Ojalá no hubiese perdido contacto con mis seres queridos. Ojalá me hubiese permitido ser feliz”
Al parecer la muerte es esa certeza como tal, que encierra su paradoja y su regalo. Es paradoja porque nadie puede vivir en sí mismo, su propia experiencia de muerte. Podemos experimentar el proceso de ir hacia la muerte (esto, cuando es posible). Pero mi propia muerte es un misterio. Y es a la vez un regalo por todo lo que la vida tiene que ofrecernos, mientras aquella no llegue. Pareciera que la muerte, pero sobre todo, la clara noción de que esta, siempre presente, nos despierta a la vida y nos regala un lente de aumento para magnificar sus detalles y bendiciones. Tal como lo cita Luis Valdez (2016) en su libro de La Muerte amiga de la vida. Buena prensa, citando a Rollo May, en Amor y Voluntad, 1985, Gedisa. En una carta escrita por Abraham Maslow mientras se recuperaba de un ataque cardíaco:
“La confrontación con la muerte -y haberse librado de ella- hace que todo parezca tan precioso, tan sagrado, tan hermoso, que siento con más intensidad que nunca el impulso de amarlo todo y de dejarme avasallar por todo. Mi río nunca me pareció más bello… La muerte y su posibilidad siempre presente hace más posible el amor, clamor apasionado. Me pregunto si podríamos amar apasionadamente, si sería posible el éxtasis, si supiéramos que nunca habríamos de morir”
Como lo cita la editora de la entrevista que Barbara Jacobs hizo a Patricia en su libro: Días de tu vida (2021) publicado por editorial Era; a la joven moribunda, que en sus días de despedida, logró aquilatar sabiduría:
“Cuando la vida se va, es preciso llevar un ajuste de cuentas con ella. Un recuento en el que antipatías y resentimientos se diluyan en el espíritu y en la mente, para
solo dar cabida a afectos y nostalgias. Es tal vez, la mejor manera de emprender el tránsito entre este mundo y lo desconocido. La muerte puede representar un estadio entrañable, gozoso, casi feliz”.
Es entonces que la invitación pareciera ser, nunca olvidar esta realidad entre vida y muerte.
Alimentando permanentemente dicha consciencia de finitud en nuestro día a día. Para lo cual hay muchas y muy diversas maneras. Todas las cuales nos regresan al aquí y ahorita con gratitud y arrojo gozoso a la vida. Porque mientras más reconozco mi finitud, la vida cobra más plenitud.
Quizás el reto es cómo alimentar dicha Consciencia y como mantenerla. Porque de por sí, tiene mucho que aportarnos. El reto no es despertarla, si no mantenerla despierta. Y no solo como una experiencia, sino como una postura ante la vida misma. No es reacción, es acción.
Conclusiones
El tema da para mucho y más. Y sin intenciones de cerrar ninguna reflexión, solo cabe citar lo más relevante esbozado en este artículo. El ser humano es y es siendo en un devenir del tiempo. Y en ese tiempo, la muerte aparece como aquel límite que cierra dicha posibilidad, y a la vez la potencia.
Ante lo cual, al estar conscientes de dicha finitud, la vida cobra un color más intenso y lleno de posibilidades. Vivir, alimentar y mantener esta Consciencia de Finitud, es un recurso que le da vida a nuestros días.
“Porque no se vive solo una vez, sino que al morir solo una vez, se vive el resto de los días”.
Referencias
1. Carles Mélich. (2012) Filosofía de la finitud. Herder.
2. Izzo John. (2008) Los cinco secretos que debes descubrir antes de morir. Urano.
3. Jacobs Barbara (2021) Días de tu vida. Era.
4. Rivara Greta. (2003) El ser para la muerte. Una ontología de la finitud. Seminarios de la Facultad de Filosofía y Letras. UNAM.
5. Valdez Luis. (2016) La muerte amiga de la vida. Buena prensa.
6. Schumacher Bernard. (2018) Muerte y mortalidad en la filosofía contemporánea. Herder
7. Ware Bronnie. (2013) De qué te arrepentiras antes de morir. Grijalbo.