Se nos dijo que la escuela era lo más importante. Se nos exigió sacar calificaciones altas, hacer la tarea antes de jugar y aprender a hacer sumas, restas, multiplicaciones y divisiones en la cabeza. Se nos dijo que la universidad era la preparación para ser adulto y nos exigieron escoger la carrera que definiría el resto de nuestras vidas profesionales; muchos escogimos sin saber. Y una vez acabada la carrera, se nos dijo que el verdadero aprendizaje venía con la práctica laboral, que olvidemos todo lo que aprendimos en la universidad porque la realidad era otra. Y en eso, sí tenían razón.
Desde que nacemos hasta la mayoría de edad, no tenemos la oportunidad de elegir nuestro camino educativo. Y lo único que hacemos es estudiar. Es complicado, pues los niños y adolescentes no saben lo que les depara en el futuro, ni en qué les conviene prepararse. Sin embargo, de adultos solemos reflexionar hacia nuestra infancia y nos preguntamos: ¿y toda esa información que aprendimos en las aulas, dónde quedó? Seno, coseno, tangente; recitar la tabla periódica…
Pero, ¿fue inútil aprender eso? Es también un tema complicado, pero uno al que ahora se le ha puesto más atención que nunca en la Historia. Lo que parece certero es que la educación se enfocó mucho en materias que pocos utilizan en su vida adulta, además de un peso gigante en la supuesta importancia de la memoria. Un estudiante con buena memoria era más apto para los exámenes. Pero la memoria es sólo eso, recordar términos, palabras, fechas, sin necesariamente comprender y digerir el tema. La memoria, pues, nos damos cuenta que es una gran herramienta y ya.
Pero hay materias que no tuvimos, o no lo suficiente, y que absolutamente todos, sin excepción, utilizamos en nuestras vidas. Materias y herramientas relacionadas a la salud mental, a la salud laboral, a la toma de decisiones, a las relaciones interpersonales, etcétera. En otras palabras, la educación que recibimos está orientada hacia las habilidades técnicas.
Otra cuestión por la que se debate en torno a la educación es el paso. Las personas se desarrollan a distintos pasos.
Tomando en cuenta estas deficiencias educativas, no es sorpresa que nos cueste trabajo encontrar o formar un equipo de personas que logran ser compatibles; la compatibilidad es algo que se puede lograr, pero esas herramientas interpersonales las hemos tenido que aprender en ambientes laborales, o cuando se forma una familia.
¿Has reflexionado sobre la educación que recibiste? ¿Qué cambiarías?