Por Alberto Pascal, Grupo Neoma, 2020
Todo lo que nos está pasando me pregunto, ¿por qué, para qué y qué después de todo esto?
Sin duda que es un capítulo inesperado, como bien dijo un buen amigo “no lo pedimos, es para todos y nada dejará igual”. Esta contingencia nos está arrebatando de una realidad, que veníamos viviendo con poca consciencia y mucha confianza de que todo seguiría igual, haciendo planes, imaginando escenarios y apostando por decisiones; pero todo cambió, y todo es todo.
Hoy vivimos entre las noticias, la incertidumbre, el miedo, la posibilidad de perder el trabajo, la distancia, el aislamiento, el hacinamiento y el desconcierto. La amenaza de perder salud o quizás hasta de perder la vida propia o de algún ser querido, es una condición no solo para mí o para unos, sino para todos y a la vez para todos como uno. El mundo se hizo pequeño.
Es tiempo de hacer un alto total, es tiempo de tomar perspectiva y de acomodar no solo lo que está pasando, sino cómo quiero transitarlo. Si antes había prisa, ahora no; si antes había planes, ahora quizás son otros; si antes había inconsciencia y certeza, ahora mucho menos; si antes había “hoy no”, ¿entonces ahora qué?
Quizás desde los ojos de la fe, o de una actitud positiva deseable, todo esto es por y para algo bueno y mejor. Claro, en función de cómo lo viva y lo signifique cada uno.
Para mí sin duda, y no solo por asomarnos a una de las tantas caras que tiene esta nueva realidad. Les comparto una fórmula de tres semillas que espero les aporte algo en estos momentos. Estas semillas son “las tres R´S”: Resistencia, Resiliencia, Resignificancia.
Este tiempo exige de nosotros resistencia: para aguantar, para tener el carácter de no vencernos; para no compadecernos de más ante la adversidad, para tener el temple que somos capaces de expresar; para confiar más en nuestras propias fuerzas, que nuestros miedos y apegos; para recordar que hemos pasado por muchas y henos aquí; para confiar en que realmente necesitamos poco, y lo poco que necesitamos lo necesitamos tan poco, que eso nos fortalece.
El filósofo de Güemes decía que, “nos va bien, cuando yéndonos mal no nos empieza a ir peor”. Como diría Pancho Villa, “no le aflojen, que viene lo peor”, o como el dicho “puede más la gota que rompe a la roca, que el chorro que la salpica.”
Es tiempo de resiliencia: para tolerar no entender; para ser más flexibles que nunca; para adaptarnos a las nuevas condiciones de paso en este capítulo y también para prepararnos para lo que llegará; para aprender, desaprender y reaprender; para aceptar cosas que no nos gustan y que son pasajeras; para tolerar cosas que no nos parecen, pero ahí están; para asimilar cosas que no estaban y han llegado, es tiempo de usar muy bien nuestra energía. La queja, el hastío, los desquites con el prójimo, solo desgastan aún más todo.
Seamos como la palma que se mece con el fuerte viento y no como la vara de cristal, que por su dureza se rompe en mil pedazos al más mínimo giro.
Es tiempo de resignificancia: porque todo esto puede ser una gran invitación a tomar perspectiva ¡oh bendita perspectiva! Esa vista nunca tenida, ese ángulo que nos devela una cara de la realidad nunca antes vista. Para encontrar y construir propósito y significado. Propósito para tener un fuerte para qué, significado para poder encontrar las fuerzas del por qué, para caminar y salir más y mejor que antes. Cuando encontramos un sentido más allá de mí, de mis miedos y mis intereses la experiencia se hace trascendente e inspiradora.
Como diría la Madre Teresa de Calcuta:
“Cuando el ser humano encuentra un buen por qué, pero sobre todo un mejor para qué, hará milagros”.
En fin, son tres humildes semillas que espero aporten algo a tu caminar, nuestro caminar.
Y recuerda todo, todo pasa y esto también pasará, honremos nuestro paso por esto que la historia contará.